9 de abril de 2014

SAN JOSÉ EL VARÓN JUSTO

El calificativo de justo se lo da el Espíritu Santo por medio del evangelista san Mateo y con ese calificativo le declara perfecto y heroico en todas las virtudes, le canoniza.
            El término justo lo encontramos muy utilizado ya  en el A. T. tanto referido a Dios como a una clase de hombres que participan de esa cualidad de  o atributo de Dios. Dios es justo. Padre justo le llama Jesús en la oración sacerdotal junto a Padre santo (Jn 17, 25.11) Justo, aplicado a Dios, significa misericordioso, hace justicia a los huérfanos y a las viudas, bueno, fiel, compasivo, salvador. Un autor, al leer Romanos 3.25 escribe “¿Sospecha el cristiano culto que la justicia revelada por Dios en Jesucristo es exactamente su justicia salvífica, es decir, su misericordiosa fidelidad?” (Dehscamps). La justicia de Dios es, sobre todo, el amor, la gracia, la salvación de Dios para con todos especialmente con los pobres y oprimidos (Cfr. Sal.40, 10-11; Sal 65,6.9; Is 45,8; Sal 111,4; Sal 112,4-6). En el salmo 103, considerado como una de las perlas del Salterio por su altura teológica y por su amorosa espiritualidad sublime y extra, que tiene como hilo teológico espiritual inspirador y conductor el DIOS ES AMOR, viene a identificarse justicia con misericordia y amor. En pocos salmos se habla tan inefable e insistentemente de la bondad, ternura, fidelidad, amor y justicia de Dios. En él encontramos en esta línea este verso: “La benignidad, el amor de Yahvé perdura de eternidad en eternidad sobre los que le temen, su justicia para los hijos de los hijos” Sal103, 17). La justicia es amor.
            Los términos justo y justicia son términos clave, central y fundamental en el evangelio de san Mateo .Se lo aplica a Jesús, el Justo por excelencia (Mt 27,43) Es un término mateano y se refiere a la dimensión interna, a la intención y actitud básica en la motivación interior, se refiere a polarizar desde el amor todas las fuerzas buscando limpiamente la voluntad del Padre del cielo. Justicia en san Mateo es la reordenación táctica de toda la existencia humana encauzada vital y dinámicamente en actitud y actos a hacer la voluntad del Padre que está en los cielos. La equivalencia más evangélica de la justicia es la fórmula: Hacer en todo la voluntad del Padre (Mt 17,21). Según esta significación la vida de Cristo, que hizo en todo la voluntad de su Padre, es el vértice al que se llega por la cuarta bienaventuranza: Bienaventurados los misericordiosos… Compara Mateo 3,15: conviene que se cumpla toda justicia con el texto de Juan, 4,3: Mi manjar es hacer la voluntad de mi Padre. Ser justo significa: hacer en todo la voluntad de Dios Padre, pero con una connotación especial de misericordia, amor, compasión, bondad. Ser justo expresa el compendio de todas las virtudes y la suma de todas las perfecciones cristianas, una santidad en grado sumo
            Este es San José, el justo. Así lo han entendido los santos Padres de la Iglesia. “¿Queréis saber porque José es llamado justo? Porque posee la perfección de todas las virtudes” (San Máximo). “por justo hay que entender aquí que es en todo virtuoso…Siendo, pues, José justo, es decir, benigno y moderado –el término griego epieikes, usado aquí por el santo, encierra la idea de bueno, bondadoso y amable, indulgente y misericordioso- quiso despedirla secretamente…Ahí tenéis a un varón filósofo, libre de la más tiránica de las pasiones (los celos)…su conducta se levanta ya por encima de la ley,--de ahí  también que José diera muestras de la más alta filosofía, pues ni acusó, ni deshonró a la Virgen, sino que solo trató de despedirla de su casa en secreto” (San Juan Crisóstomo).
            Y es que a san José, por un privilegio especial, Dios le había borrado el fomes peccati, preservándolo así de todo pecado, como afirman los teólogos josefinos y autores espirituales, como san Francisco de Sales. San Agustín dice que todos los santos deben decir: perdona nuestras deudas, pero reconoce que Dios puede, si le place, por vía de excepción y de privilegio “extinguir enteramente la vetustez del hombre viejo, la cual le hace pecador, y revestirle de incorruptibilidad ya en esta vida, de manera que contemple a Dios presente en todo, como los santos le contemplan en el cielo, pero sin ningún velo” (De spiritu et litera, XXXVI. 66). Es el privilegio que ha concedido a la Virgen María y san José. Por eso en la casa de Nazaret no había lugar para el pecado.
            Del alma que ha sido transformada en el amor del Amado –de mi Amado bebí-  escribe San Juan de la Cruz: “Está el alma en este punto en cierta manera como Adán en la inocencia, que no sabía qué cosa era mal; porque está tan inocente que no entiende el mal ni cosa juzga a mal…,porque no tiene en sí hábito de mal por donde lo juzgan, habiéndole Dios raído los hábitos imperfectos y la ignorancia, en que cae el mal de pecado con el hábito de la verdadera sabiduría” (CE 26,14).Con mucha más razón podemos afirmar esto de san José que, como esposo de María y padre de Jesús, desde el seno materno estaba santificado y subido a este singular estado de transformación en Dios, dándole más que a ningún otro el hábito perfecto de la verdear sabiduría y en todo era guiado por el Espíritu santo, como su esposa María.
            Como en otro tiempo el sol y las estrellas se inclinaron delante del José del A.T para honrarle, así todos los santos y dignidades del cielo y de la tierra caen a los pies de san José para glorificarlo. Después de Jesús y María y junto a ellos, san José es el justo y santo por excelencia..
             

                                                           P. Román Llamas ocd