25 de junio de 2016

LAS ACTITUDES DE MARÍA



Fijarse en María es descubrir actitudes que nos dan fuerza y ayudan a, tomándolas como ejemplo y camino, encontrar veredas para seguir a Jesús. Porque es ella la primera que empieza a seguirlo desde el momento que da su “SÍ” como respuesta al Ángel Gabriel. El Plan de Dios pasa por ella, y con su “SÏ”, es ella la que da el pistoletazo de salida a la salvación del mundo. Porque es Jesús el Reino de Dios que viene al mundo a salvarlo.

Es ella su primera seguidora, y se hace morada virginal para que Dios hecho Hombre habite en él. No sólo está dispuesta a seguirle, sino que se da sin condiciones a ese seguimiento. Da todo lo que tiene, su Persona, su Vientre, su Vida y su Amor. Es la sierva del Señor y desde lo más hondo de sus entrañas canta el Magníficat donde expresa su alegría y las maravillas que Dios hace en ella.

María es Madre, pero Madre para ver en ella también el camino a seguir. María enseña como Madre y nos, con su vida y obras, deja señalado el camino para seguir a Jesús. ¿Estamos nosotros, nos preguntamos, dispuestos a seguir a Jesús como lo hizo ella? ¿O, al menos, queremos intentarlo confiados y esperanzados en el auxilio del Espíritu Santo? No era María nadie extraordinario, al contrario, una joven sencilla, humilde y
frágil, que en Manos del Espíritu de Dios fue preparada, fortalecida y llevada a ser la Madre de Dios.

Dios no quiere nuestras cualidades, porque ya de antemano son de Él. Quiere nuestro corazón y nuestra libertad, que aunque siguen siendo de Él, nos las ha regalado. Las quiere para hacernos verdaderamente libres y felices eternamente. Es su Madre, María, ejemplo de cumplir la Voluntad del Padre y presentarse como su esclava. ¿Queremos nosotros presentarnos también como esclavos del Señor y someternos a su Voluntad? ¿Estamos convencidos que la Voluntad del Señor es lo mejor para nosotros?

Sí, tenemos que fijarnos más en María y aprender mucho de ella. Confieso que no era muy mariano, pero al aceptar este compromiso, que no sé cómo voy cumpliendo, mi corazón de hijo agradecido da gracias al Padre por ese hermoso regalo de esta Madre, María, que siendo Madre de Dios es madre nuestra también. Enorme privilegio y honor que nos ha hecho Jesús, el Hijo de Dios.