Acercarse a Jesús, eso es la oración. Poner el oído en su corazón para oír el murmullo de su fuente, tratar con él de lo que es más importante en la vida. Y esto, hacerlo una y otra vez. Jesús rebosa amor y bondad, nos abre los ojos y el corazón al amor. No puede pedirnos otra cosa que amar, porque solo el amor da valor y sentido a la vida. Me acerco a ti, Jesús, porque en ti está la fuente viva.
Para poder amar, necesitamos sabernos amados. La oración es tratar de amor con quien sabemos nos ama. Lo importante es amar y ser amados hasta el extremo. Por eso te pido: Señor, yo solo quiero ser una diminuta gota de tu infinita ternura. Enséñame a amar. Ama tú en mí a cada ser humano, a cada ser creado. Amén.