Señor, se incendia mi corazón al sentir tu presencia. Sin poder verte sé que estás ahí. En el silencio escucho tu voz que me invita a darte todo de mí, que me pide que me abandone por completo ante ti.
Señor, que te encuentras presente en todo momento de mi vida, soy arcilla en tus manos que quiero ser moldeado por el más perfecto artesano.
Tú que conoces mis sueños, debilidades, miedos, alegrías y tristezas. Has de mí un instrumento de tu reino. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina