Señor, hoy recordamos emocionados a los difuntos. Te pedimos que gocen plenamente de tu vida resucitada y que cures el desgarrón que su muerte produjo en nosotros.
Te damos gracias por todo lo que nos ayudaron y nos amaron. Fortalece nuestra esperanza de volver a reencontrarnos con ellos, en tu casa familiar, donde Tú nos has preparado un sitio.
Enséñanos a vivir, para que aprendamos a morir. Que sepamos entregar cada día el tiempo, el amor, la alegría y, cuando llegue la muerte, te entreguemos la vida entera; con la seguridad de que Tú nunca has defraudado nuestra esperanza, con la confianza de que seguirás siempre fiel, a nuestro lado, y, cuando la muerte nos alcance, tus manos nos acogerán y nos conducirán a tu casa. Amén.